Tertulianos y demás

Atacan en la Red lo que cobran algunos tertulianos, en general, y Pedro J.Ramírez en 59 segundos, en particular. Un millón de los antiquísimas pesetas por cada intervención no está nada mal para el Ente público, desde luego. Yo creo que un debate de estas características lo podría organizar la propia TVE sin productoras, y con sueldos mucho más modestos. Me parece muy bien que lleven a Pedro J., porque tiene cosas que decir, aunque sea contra el Gobierno de ZP. Y mal que lleven a otros, como el insultador profesional Villa, de la Cope, que no es más que un propagandista contra cualquier idea progresista, pero en mal educado, faltón y sin el menor talento. Por lo demás, comprendo que el espectáculo reclame a los más extremistas, enfrentados entre sí. Aunque no me guste la fórmula.

Otra cosa son los medios privados. Detecto cierto tono envidiosillo –perdón– en el artículo de kaosenlared. Los medios privados contratan a quien les da la gana por el precio que les da la gana, porque viven en la oferta y la demanda. Si a mi amiga emoticonla Cernuda la quieren contratar todos, será porque gusta al público, o al menos a un sector del público, que no coincide, claro, con la izquierda. De la misma manera, acepto que si a mí me echan de Onda Ceroemoticon, por muchas interferencias políticas que haya habido, será porque no les convengo, ni siquiera como moneda de cambio  para lograr algo de los poderes. Y lo mismo sea dicho de los llamados bolos: si la gente quiere escuchar a algunos conferenciantes (cierto que los más solicitados son los que más salen por la teleemoticon), ¿quiénes somos los demás para impedírselo?

 Me parece que las tertulias siguen vivas, aunque a veces me cueste comprender por qué. Y no todos los tertulianos emoticonson, desde luego, de mi gusto, pero para gustos se hicieron los colores, incluso en este país nuestro, donde todo se ve en blanco y negro. No me justifico como tertuliano citado en el artículo que comento (aunque sea citado al final y entre los del montón): esta es, simplemente, una forma más de ejercer el periodismo, aunque tantas veces sea un periodismo poco informado y excesivamente espectáculo. Otra cosa es que comencemos a debatir de una vez por qué aquí no ha habido transición en los medios, y sí en todo lo demás. Pero el gran boom está a punto de llegar, sobre todo para los que no se actualicen en lo que llamamos nuevo periodismo (por cierto, se acerca ya el congreso de Valencia).

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