La sucesión de Rajoy
Me fastidian las polémicas sobre la nada. No es que crea que Rajoy es el mejor político del mundo (tampoco Zapatero lo es, ni lo era Aznar. Felipe, un poco mejor, acabó su era con una corrupción tremenda, y Suárez hizo lo que pudo en el mundo proceloso que le tocó vivir, pero acabó dimitiendo sin explicarnos por qué). Pero casi lo prefiero a Gallardón, que es un Sarkozy en potencia –me da miedo Sarkozy. Y Gallardón con sus zanjas que nadie le ha pedido–. Y a Rato, que nos ha dejado fuera del mando del FMI. Y lo prefiero a Espe, que a saber a dónde nos llevaría si llegase a La Moncloa (que no quiere llegar, porque es realista). Y, desde luego, prefiero el peor Rajoy al mejor Aznar, y al supermejor Fraga. Nadie, más que cuatro chalados, ha hablado de sucesión, ni ahora debe abrirse esa carpeta, y los periodistas picamos.
Porque vamos a ver, que lo digan claramente: ¿quién quiere en el PP apear a Rajoy para poner a otro? Los que esperan recompensa de ese otro. ¿Usted se cree las encuestas que ponen casi al mismo nivel a Rajoy y a Zaplana? Yo no.
Rajoy tiene que empezar a dar puñetazos sobre la mesa y decir a su entorno: si me queréis como candidato, basta de juegos. Si no, me voy a mi registro y a montar en bicicleta. Y así empezará a pedalear hacia La Moncloa.