Mis compañeros

Algunos de mis compañeros, varios de ellos amigos, incluso bastante amigos, y algún que otro enemigo, han firmado una especie de manifiesto pidiendo el cambio de gobierno. Están en su derecho de alinearse, en plena recta final hacia las elecciones, con el PP(sí, que no se enfaden: es con el PP con el que se alinean): en la mayor parte de los casos, ya se sabía. Pero, reconocendo su perfecto derecho a expresarse y decantarse, debo decir que no me gusta.
No, no me gusta casi nada de lo que está pasando en los medios. Ni el alineamiento ni la alienación de algunos, ni que se lean comunicados en las manifestaciones anti o pro gubernamentales, ni que se promuevan textos contra el aborto precisamente ahora (todos estamos contra el aborto; pero ahora un periodista tiene que extremar su discreción, pienso). Ni me gusta que no nos dejen preguntar en ciertas ruedas de prensa, ni que sean los partidos los que dén la señal para las televisiones, ni que conviertan al moderador del debate en cronometrador y poco más.
No, no me gusta que determinados presidentes/as autonómicos manden sobre los medios, quiten y pongan (ellos olos estados mayores de los partidos) tertulianos y columnistas, o responsables de medios.
Estamos en una situación viciosa, en la que algunos periodistas proclaman a quién van a votar, oincluso, a veces, desde medios públicos (para no hablar ya de los medios de ciertas instituciones). Las asociaciones de la prensa y los sindicatos parecen impotentes para atajar las anomalías, para aconsejar cordura, al menos cordura.
Me rebelo, lo siento, contra esta situación tan rara. Y conste que, como dijo el político británico, yo, que no pienso como ellos (ya ni sé qué pienso, ni qé diablos voy a votar: no quiero ser preso de unos ni de otros), daría mi vida para que puedan seguir expresando sus deas libremente. E incluso para que puedan seguir firmando manifiestos, vaya usted a saber por qué, para qué e inspirados por quién.

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