El dislate sobre la señora Casas
Lo que se está trayendo y llevando en torno a la archifamosa conversación de María Emilia Casas me parece uno de los grandes despropósitos de esta triste situación nuestra. Esta mañana he escuchado a Federico Jiménez Losantos, ya en plena deriva de locura, decir que desde el Tribunal Constitucional se fomenta el crimen (no es textual, porque no recuerdo el entrecomillado, pero así ha sido). Esto no puede ser: me parece que el Supremo tenía toda la razón del mundo. Tirón de orejas (uno más) para doña María Emilia, pero hasta ahí. ¿Sabremos alguna vez dónde están los límites aconsejados por la moderación, el sentido común –tan poco común– y la decencia?