Chavez ¿es tan malo?

No me gusta un pelo ese tío. Hugo Chávez, digo. La primera vez que lo conocí, en un almuerzo en La Moncloa en tiempos de Aznar, el simpático presidente español me presentó al presidente venezolano como «este es un periodista muy peligroso». Chavez, haciéndose el gracioso, me dijo: «hiiijo de puuta», giñándome un ojo –o eso me pareció–. Luego, la verdad es que Aznar y él, en la mesa presidencial del almuerzo, al que yo asistía como periodista invitado, estuvieron haciéndose bromas y riéndose. Así que, primero, no es Zapatero el único que se lleva bien con el llamado ‘gorila rojo’ (no me gusta la denominación); y, por cierto, que yo recuerde fue Zapatero, al que tampoco quiero defender, quien le cantó las cuarenta cuando lo del Rey en Chile.
Segundo, yo he conocido a algún etarra trasnochado en Venezuela mucho antes que Chavez. Creo recordar que fue durante un viaje de Felipe González para encontrarse no recuerdo si con Caldera o con Carlos Andrés Pérez. El propio González envió allí a aquellos desechos de tienta, que se dedicaron mucho más a la restauración que a la revolución.
Por tanto, tercero, no me parece demasiado procedente la campaña que se está montando con alguien por otra parte, insisto, tan poco democrático como Hugo Chávez: los etarras, más bien jubilados del terrorismo, los heredó, y no creo que los haya tratado mejor que sus predecesores, ni mejor que los presidentes de Uruguay, Ecuador, México o República Dominicana.
Insisto una vez más, para quien quiera malinterpretarme: no me gusta un pelo Chávez, pero menos las campañas mediáticas en torno a un simple auto de un juez que pide pruebas. Cuando existan esas pruebas de connivencia del Gobierno venezolano con el actualñterrorismo de la actual ETA, hablamos. Pero, de momento, ni corte de relaciones, ni llamada a embajadores, ni sanciones. Que es importante para España llevarse bien con todos los países latinoamericanos.

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