Está claro? Pues oscurezcámoslo

Decía Churchill –creo que era él; casi todas esas frases cínicas, tan acertadas, le pertenecen—que ‘cuando quieras que una cosa no se averigüe, crea una comisión de investigación parlamentaria’. Azaña fue más lejos en esta misma línea de cinismo: si quieres mantener un secreto, publícalo en un libro. Si se me permite, me gustaría añadir una de mi cosecha, a la vista de lo que se nos viene encima esa semana, que llega parlamentariamente tan agitada: si pretendes que algo no se haga, hazlo aprobar en una resolución tras el debate sobre el estado de la nación.

Porque esta semana, entre otras cosas, en el Congreso de los Diputados se debatirán las resoluciones propuestas por los distintos grupos tras el debate de los pasados miércoles y jueves, en las que hay de todo: desde más autogobierno para Cataluña hasta una incitación a la independencia, pasando por la prohibición del burka en lugares públicos o que el Gobierno renuncie a elevar la edad de jubilación.

–brindis al sol–

Por supuesto, ninguna de estas resoluciones prosperará; son brindis al sol y quienes las presentan lo saben. Pero, claro, el debate sobre el estado de la nación, que según algunas encuestas fue ganado por Rajoy, según otras por Zapatero y según la mayoría por ninguno de los dos, estaría incompleto sin un final ‘constructivo’. Y este final son las resoluciones, que, en votación compleja e infernal, irán desfilando este martes por el pleno de la Cámara Baja. Un espejismo, en resumen, como, en el fondo, lo son la mayoría de las comisiones de investigación denunciadas por Churchill. O algunas ‘cumbres’ entre dirigentes políticos.

Estoy pensando, sí, en el encuentro que esta semana mantendrán Zapatero y Montilla en La Moncloa. Un encuentro perfectamente pavimentado y pactado para transmitir a los ciudadanos que se respetan las sentencias del Tribunal Constitucional, el Estatut, la voluntad de todos los catalanes, el liderazgo de Montilla, la voluntad federal del PSOE y yo qué sé cuántas cosas más. Una especie de cuadratura del círculo trazada entre un pragmático improvisador como Zapatero y un superviviente nato como el president de la Generalitat catalana, que no está dispuesto a que se cumplan los augurios que le dan como estrepitoso perdedor en las elecciones autonómicas de este otoño. En resumen: un encuentro el de este miércoles destinado a qe, con o sin sentencia del TC, las cosas del Estatut queden como están aunque parezcan haber cambiado algo.

Que nadie piense que, en aras de la coherencia del artículo, estoy sumando peras (las resoluciones, o lo de Churchill y Azaña) con manzanas (el encuentro ZP-Montilla). Ambas cosas tienen, en mi opinión, mucho que ver. Son dos facetas que muestran hasta dónde llega la falta de transparencia y de claridad de nuestra política. Como decía una portavoz parlamentaria que suele llamar al pan, pan y al vino, vino, “aquí todo son apariencias, empezando por la de que entre Zapatero y Rajoy no hay ningún entendimiento”. Puede que lo haya, como puede que no lo haya entre Zapatero y Montilla, pero, en todo caso, nosotros, los ciudadanos, no nos enteramos de lo que de verdad se está cociendo. Que es, al parecer, de lo que se trata.

Share